El día se presentaba límpido en el parque frondoso. El clima
estaba cálido y el sol brillaba. Con mi hermano hablábamos alrededor de una
mesa de cemento de un parque de no sé qué picardías.
Comienzo a observar con más atención a la culebra que
parecía muerta encima de la mesa. Con mis ojos la recorrí en todo su largo.
Detuve mis ojos en la cabeza y sobre todo en sus ojos. Advertí que había
pestañeado, me concentre aún más y mí vista ve como pestañea nuevamente. La observo
hasta la cola y la mueve rápido pero brevemente.
Si decir nada a mi hermano que continuaba con su charla,
extiendo mi brazo hasta el pie y logro sacarme un zapato, que lo tomé con mucha
fuerza y lo dirigí enérgicamente sobre la cabeza de la víbora. La revente en
mil pedazos. Levanto el zapato y veo su cabeza triturada sobre la mesa.
Bruscamente me desperté de la siesta. Estaba soñando.
Mario Liand
5 de junio
de 2016
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