En 2013 Alejandro Jara, Guía turístico de Concordia, organizo una excursión a
la Comunidad Santa Rosa. Esta comunidad está ubicada cerca de Concordia. En una
de las quintas de cítricos que visitamos, perteneciente a la familia Yoli,
conocí esta historia del Cordero, el loro y el ternero.
La familia Yoli había rescatado un ternero que había sido por su madre (vaca) y curaron sus heridas y lo alimentaron. El loro que ya era un integrante más de la familia, comenzó a subirse encima del ternero y paseaba por todo el campo y la quinta de citrus.
La familia Yoli había rescatado un ternero que había sido por su madre (vaca) y curaron sus heridas y lo alimentaron. El loro que ya era un integrante más de la familia, comenzó a subirse encima del ternero y paseaba por todo el campo y la quinta de citrus.
Dos o tres años atrás un pariente le regalo un corderito a
la chica que estaba próximo a cumplir 15 años, para que lo faene y agasaje a
los invitados.
Al cordero lo alimentaban y a la vez la chica se encariño demasiado que decidió no faenarlo.
El loro se hizo tan amigo del cordero que se trepaba al lomo del cordero y como el cordero caminaba por todo el predio, el loro siempre encima, andaban por todo el campo.
El loro cambio de amigo. Pero igual montaba tanto al ternero como al borrego.
Al cordero lo alimentaban y a la vez la chica se encariño demasiado que decidió no faenarlo.
El loro se hizo tan amigo del cordero que se trepaba al lomo del cordero y como el cordero caminaba por todo el predio, el loro siempre encima, andaban por todo el campo.
El loro cambio de amigo. Pero igual montaba tanto al ternero como al borrego.
Así fue, que surgió esta hermosa amistad entre los tres.
Además el loro con su pico comería cualquier parasito que levantaban los
animales en su cuero.
Será una amistad de varios años porque ya nadie en la familia Yoli quiere comer al ternero y al cordero y mucho menos al loro.
Esta es una historia de cómo los niños tienen otros sentimientos que las personas mayores, cuando se encariñan con los habitantes del mundo animal.
Será una amistad de varios años porque ya nadie en la familia Yoli quiere comer al ternero y al cordero y mucho menos al loro.
Esta es una historia de cómo los niños tienen otros sentimientos que las personas mayores, cuando se encariñan con los habitantes del mundo animal.
Mario Liand. Villa Adela, 25 de febrero de 2018. 07:20 a.m.