El 3 de febrero tenía ganas
de estar disfrutando del Camping La Tortuga Alegre porque se estaba realizando
la Fiesta Nacional de la Pesca de la
Boga. Invite a un amigo y para allá nos dirigimos alrededor de las 20 Hs.
Salimos de Villa Adela y en Villa Zorraquin desviamos para llegar hasta el
lugar por el camino de tierra.
Avanzamos y avanzamos en
medio de una polvareda por momentos cerrada y se veía poco por la gran cantidad
de autos que estaban saliendo del Camping. Así que por algunos momentos
aminoraba la marcha para evitar caer en la banquina.
Por supuesto que llevaba
la visera del casco de motociclista levantado, porque era imposible ver el
camino entre tantas luces y polvareda. En otras ocasiones solían regar el
camino, pero esta vez parece que a nadie se le ocurrió en medio de tanta sequía
que azota esta región.
Unos 2 km antes de llegar
al Camping se apagó la luz de la moto. Me puse sobre la banquina y apague la
moto. Los guiños y la luz de atrás funcionaban correctamente. Luego vuelvo a intentar encender las luces y alumbraron el camino.
¡Albricias! Continuamos la marcha hasta unos 200 metros antes de La Tortuga
Alegre y como venía una fila de autos interminables, algunos de ellos con luz
alta, intente hacer señas con la luz para que las bajen y la luz de mi moto
volvió a dejarme a oscuras. ¡La pucha que lo tiró y me acordé de la madre de no
sé quién! Obvio que no tenía ninguna culpa.
Intente tocar los cables, golpear el faro y no hubo
caso. No prendieron más. El dilema era como volvíamos a la Av. Monseñor Rösch de nuevo.
¿Cómo hacemos para
volver? ¿Cómo hacemos ahora?
Mi acompañante tuvo la
excelente idea de decir que podíamos parar una moto que estuviera saliendo del
camping, lo pararíamos y le pediríamos que vayan adelante despacio hasta llegar
a la Avenida, y de esa manera tendríamos visión sobre el camino. Luego se le
ocurre otra idea genial y me dice: ¿el celular tiene linterna? Por supuesto que
tiene, le manifesté. Yo voy alumbrando con eso y así podemos llegar hasta la
avenida. Dale, le dije, muy buena idea. Y de esa manera volvimos. Por unos minutos un auto que
circulaba delante de nosotros nos alumbra un poco la calle polvorienta y un
poco con el celular.
Eso de alumbrar con el
celular fue genial hasta que pasamos al auto que marchaba muy despacio, sin
prisa delante nuestro. Tuve que centrar mi mirada sobre el camino, evitar las partes de arena
floja para no caer o terminar contra algún alambrado lastimados. O simplemente
caernos en el camino y que algún vehículo nos pasara por arriba.
Al fin llegamos a la
Avenida Rösch y allí si, pudimos regresar con más calma hasta casa.
Cuando se apagó la luz
por completo la segunda vez me preocupé por un instante y rápidamente pensé que
“por algo pasan las cosas”. No tengo idea porque. No sé porque en ciertas circunstancias
suceden cosas que uno no entiende. Para no preocuparme demasiado, suelo pensar
que “por algo pasan”. Nos evitamos valla a saber que mal momento o qué
situación peligrosa o vaya a saber Dios que.
Dejando de lado tanta superstición ("por algo pasan las cosas"), lo más sencillo es saber
que ahora tengo que llevar la moto al taller para que revise la instalación
eléctrica de la moto y ahí sabré que pasó realmente.
Me quede con ganas de
disfrutar La Fiesta Nacional de la Pesca de la Boga, aunque no había fiesta
grande como en otros años, de igual manera quería estar ahí un rato recordando
las épocas de la Carpa donde se realizaban bailes con números musicales
importantes y donde también se levantaba la Carpa de la Juventud donde alguna
vez vi a Juan Carlos Deliza, un uruguayo maestro con los temas que interpretaba
acompañado por el “Mono”. Ellos interpretaban covers de Air Supply, The Beatles de una forma genial y casi identicos.
Fueron otras épocas. Las
épocas de Giorgio y Icolano cuando tenían la concesión del Camping y la realización
de la Fiesta Nacional de la Pesca de la Boga. Perdón: a la fiesta de la boga siempre la realizó la Peña "La tortuga". Giorgio e Icolano se encargaban del Camping, la cantina y de cobrar a los acampantes.
Varios días acampabamos
con los amigos del barrio y pasábamos las noches escuchando a mi padre tocar el
bandoneón, también a Berneda y su grupo de música de chamamé en nuestra carpa y otros años pasábamos
bailando la Lambada tan de moda en 1989
y 1990.
No sé porque no pudimos
llegar al Camping, Dios sabrá. Eso al menos creo.
Mario Liand
4 de febrero de 2018.
01:49 a.m.
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