viernes, 10 de enero de 2020

Que tengas un buen día - Por Mario Liand



Edit Altamirano y su hija Lujan. De ellas habla esta historia.  


Hace unos años, cuando trabajaba en la mutual estatal de Entre Ríos, y lo hacía en el Departamento de Afiliaciones, me toco atender a una Señorita. Ella había perdido los papeles de una cliente que le había perdido que le haga un mandado a la mutual precisamente. Esta señorita trabajaba como “motomandado”, mensajera. O sea, trabajaba con su moto haciendo mandados en moto a quienes la llamaban por teléfono.
   Cuando la atiendo, me contó que había perdido todos los papeles del cliente del mandado y que no sabía qué hacer. Así que le expliqué todas las posibilidades de lo que podía hacer para subsanar el inconveniente. Me dijo que se llamaba Lujan.
-            - Habla con el afiliado y explícale lo que te pasó. Seguramente vas a tener que ir a la policía para hacer una exposición por perdida del carnet de la mutual o lo va a tener que hacer el mismo cliente a la denuncia y pedirle a tu cliente que te de un recibo de sueldo anterior al cliente. Y volve para acá, para la mutual y podemos hacer el trámite rápidamente.
-          - Bueno. Hablaré con el cliente y le explicaré.
-          - Si. Creo que te va a entender porque son cosas que pueden pasar.
-          - Muchas gracias.
-          - No, por favor. "Que tengas un buen día, Lujan".
Algún tiempo después, estaba estudiando Profesorado en Ciencias Políticas y después de varios meses una mujer me dijo algo:
-          - Muchas gracias Mario por haber atendido a mi hija en la mutual. La verdad que le cambiaste el día.
-          -  Ah mira. No recuerdo a tu hija.
-          - Mi hija es una chica morochita, gordita, trabaja en la mensajería y ese día perdió todos los papeles y vos e cambiaste el día. Muchas gracias por lo que hiciste por mi hija Mario.
-          - No recuerdo mucho ese caso, pero habrá sido así como me lo estas contando.
-          - Si, Mario tenes que acordarte. Ella llegó a la mutual y vos la atendiste y le solucionaste el problema explicándole lo que tenía que hacer.
-          - Ah, sí. Pero eso fue hace como 2 añosEdit.
-          - Sí, sí. Por ahí más o menos. Un año y medio o dos. Vos la atendiste, le dijiste todo lo que tenía que hacer y cuando se fue le dijiste “Que tengas un buen día” y eso Mario, te juro, le cambio tanto el día, la vida a mi hija que se recuperó rápidamente de la amargura que tenia de lo que le había pasado con esos papeles del cliente.
-          - Ahhhhhh. ¡No te puedo creer Edit! Gracias por contármelo!
-          - Gracias a vos Mario por haber tenido esa actitud con mi hija Lujan. Ella era nueva en el trabajo de motomandado, así que no tenía ni idea que hacer. Gracias por haberle cambiado el día.
-          - No tenes porque. O que nos sucede muchas veces a los empleados públicos que se pierde la sensibilidad por lo que le pasa al otro, porque son tantos los casos que atendemos que muchas veces no volvemos antipáticos sin darnos cuenta al atender a los afiliados. Sucede que no podemos escuchar todo lo que le pasa a cada afiliado porque nos consume mucha energía y además siempre hay mucha gente esperando para ser atendida y por ahí no tenemos tiempo de atender más personalizadamente el caso de cada afiliado. Pero a veces tenemos que poner un poco más de voluntad los empleados públicos y ser más cordiales. Ni siquiera nos dan cursos para entrenarnos para ser mejores. Si nos dan algún curso suele pasar cada tiempo largo. Creo que hacen más falta cursos de atención al cliente por parte de la mutual. Por ahí de vez en cuando nos dan algún curso pero me parece que n o alcanza. Así que te agradezco muchísimo que me hayas contado lo de tu hija. Me sirve mucho para atender a la gente de otra forma. Me has hecho reflexionar sobre el rol que cumplimos los empleados públicos que atendemos al cliente.
-          - La verdad que sí.

Mario Liand
10 de enero de 2020. 09:10 a.m.

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