Desde que se arma el arbolito de Navidad (8 de deciembre en Argentina) tambien empieza la cuenta regresiva del final del año, el 31. Todos los años recorro los logros, lo que hice y lo que me falta para cumplir mis sueños. No importa lo chicos que sean o lo grande. Con pequeñas cosas se llega a lo grande. Siempre los tendre a los sueños. Siempre agradezco todo lo realizado, a los amigos, amigas, a la vida, a Dios, al Universo y a uno mismo. Porque si uno no tuviera sueños estaria siempre en el mismo lugar. Igual, no hace falta grades cosas para agradecer. Me toco a mi, virir en este mundo y soy yo el que tiene que agradecer lo recibido, poder dar a veces. Poder estar cerca del otro que necesita aunque sea un afecto, un abrazo. Y tambien vendrá el nuevo año con otros sueños que harán de un año sin aburrimiento, siempre ocupado en mis cosas y en las de los demas si puedo darles una mano. La vida misma, un paisaje, una foto, un sueño me llenan la vida. Para algunas cosas hace falta alguien, para otras tantas no te hace falta nadie. Porque son logros intimos, personales, muy de uno mismo. No soy mezquino de pensar que a veces no te hace falta nadie, porque otras veces haría una fiesta con todo el planeta. Me preparo para la Navidad y para la celebracion de la Nochebuena. Siento que la Navidad es mucho más intima que el festejo por recibir el Año Nuevo. El Año Nuevo es festejo por que el año que empieza sea mucho mejor y el deseo que a todos les sea mejor, de corazón. Si no, no tiene sentido la vida. Por lo menos mi vida.
Mario Liand
Villa Adela, Concordia, 9 de diciembre de 2017.
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