viernes, 25 de diciembre de 2009
Navidad 2009
Todos los años me pasa lo mismo. Para Navidad, mejor dicho, para la Nochebuena, encuentro la excusa necesaria para hacer reflexiones sobre mi vida. Sobre lo que he logrado y no, hasta el presente. Así que vivo una nochebuena sin mucha algarabía. Es una nochebuena reflexiva. No me siento mal. Es más, no lo hago conscientemente, sino que estoy como ido, reflexivo, distante. El cúmulo de pensamientos que van y vienen durante esas horas me mantiene al margen de muchas cosas que podría vivir en Nochebuena. La nochebuena y la Navidad es el motivo para estar en paz, para reflexionar, para estar junto a la familia. Todo lo demás, es un negocio fabuloso. Es que vivimos en el mundo capitalista. La comida que se prepara, la bebida que se almacena en la heladera y freezer, los postres, la pirotecnia y los regalos no tienen mucho sentido para mí. Dije que las fiestas fin de año son un gran negocio. Mejor te respeto y te obsequio todo el año, cada día del año y no sólo un día al año.
Esta Navidad fui a la casa de mi madre. Como mi hermano Miguel estaría en su casa con su familia y familiares venidos de lejos y mi otro hermano, que conocí hace dos años y medio, ya tenia programado pasar con su ex cuñada, decidí pasar en la casa de mi madre ya que ella había elegido asar a la parrilla cordero. Sin mucho evento, comimos después de las 22 y 30 horas. Pasó tan rápido el año que yo no registraba aún que ya estábamos en nochebuena y pronto llegó la media noche, o sea, la Navidad. Saludé a mi madre y me paré en la vereda de casa a mirar la pirotecnia que utilizaban los vecinos. Estruendoso todo, muchos fuegos artificiales. Algunos vecinos encienden sus fuegos con la excusa de que los usan para que los hijos vean. Ja ja jaaaaa… No creo tanto eso. Mejor creo que son ellos mismos que los usan para calmar las ansias del chico que llevan dentro y que no quieren reprimir esa noche. Ya les conté que en Nochebuena me pongo reflexivo.
Luego, salude a mis primos que viven en la casa vecina y luego fui a Saludar a Beba García, Chana, Valentina, Valeria y Miguel que son amigos de muchos años que viven una casa más allá de la de mis primos paternos. Luego del brindis con los García, alrededor de la una de la mañana, dijeron que querían ir a saludar Bernardo García, otro familiar, porque estaba trabajando en un aserradero como sereno por las noches. Me gustó mucho la idea, porque hacía tiempo que no lo veía a Bernardo, y acepté la invitación. Pensé que estaría solo en el trabajo. Pero no. Estaba con su esposa y su hija. Cuando llegamos al lugar, los García en auto y yo en mi moto, hicimos sonar la bocina para que viniera a abrir el portón de entrada al aserradero. Eso sucedió e ingresamos al predio. Bernardo nos llevó hasta el lugar donde habían cenado. ¡Que maravilla! Debajo de un techo , entre parvas de madera cortada y preparada para ser transportada habían montado su hogar navideño. Bernardo comentó que trabajaría solo, pero que la señora tenía pensado pasar la noche con el y su hija en el aserradero. Habían transportado al lugar un televisor y un reproductor de DVD para que la hija tenga películas para mirar. Además llevaron sillones playeros y bernardo monto una parrilla debajo del techo, un poco más allá, donde asó carne. También, tenían en el lugar una heladera portátil, sándwich, sidras, ensalada de frutas, pan dulce, vino y todo lo que se te ocurra. Me senté es un paquete de madera y pensé mucho al respecto. Que familia que tiene. La esposa no estaba arrepentida de estar allí. Ninguno de los tres estaba disgustado por tener que pasar la nochebuena en ese lugar. Estaban muy felices. ¿Con tan poco?, pensé. Y luego pensé que no era poco, Bernardo tenía a su familia con él. La noche tiene que haber sido maravillosa para los tres.
El lugar era solitario, no ingresaba cualquier persona allí. A veces uno tiene que saludar a vecinos que han sido falsos con uno o fallutos y como se los encuentra en el camino hay que saludarlos obligadamente. En el aserradero no. Evitas eso. Bernardo y su familia solo saludo a los que llegamos hasta el aserradero.
Bernardo y su familia estaban felices. Yo no podía creer que se pudiera pasar una Nochebuena así. Eso era como un establo, donde nació Jesús, y estoy seguro que todo fue una bendición de Dios esa Nochebuena. Podría haberme sentido incomodo en ese lugar como cualquier otra persona que le interesa lo material, pero nunca me sentí mal, me sentí fascinado por la maravillosa vida que tenía Bernardo con su mujer y su hija. Cualquier otro sereno, se habría escapado del trabajo y se abría ido a cenar con su familia a su casa y luego retornaría al trabajo, total los propietarios estarían de parranda. Pero no. Bernardo decidió estar cumpliendo con su obligación para el cual le pagan.
Todo lo material no es necesario cuando te llena el amor de los que te quieren, sobretodo de tu familia directa. No hace falta lujos para vivir bien, para sentir que la vida te abraza, que la brisa de la noche te acaricia, que Dios te muestra su creación divina manifestada en tres seres humanos. Vos, Dios estabas ahí en la nochebuena de 2009. Bernanrdo y su familia te mostraban. Yo te sentí, yo te vi vivo. Gracias.
Mario Liand
jueves, 24 de diciembre de 2009
Hermano Luis (Parte 1)
Parte 1
Hermano Luis
Por Mario Liand
A mi mamá María y mi hermano Miguel.
A mi hermano Luis Alberto.
A mis nuevos sobrinos Micaela, Javier, Melisa y
Marisol.
Mario
Liand nació en Concordia, Entre Ríos, Argentina el 15 de agosto de 1961.
Se
educó en la Escuela Nacional de Comercio “Profesor Gerardo Victorin” terminando
sus estudios como Perito Mercantil en 1980.
En
2000 egreso como Técnico Superior en Comunicación Social desarrollado en el
Profesorado Concordia D-54.
Trabajo
en diversos medios escritos, orales y de imagen en su ciudad natal.
I
¿Tengo un hermano?
En
2007 tuve el conocimiento que tenía un hermano
que no conocía. Era un hijo extramatrimonial de mi padre. Esta es la historia
de cómo lo busqué y lo encontré.
Por un familiar que tenía enfermo tuve
que ir a un lugar donde brindan informaciones sobre asuntos sociales. Me dirigí
a un lugar de esos, y la mujer que atendía me conocía y le dije que quería
conocer algunas formas de trámites para atender a mi familiar enfermo. Pero
antes de contestarme ella me dijo:
- Mario, ¿vos sabes que
tenes un hermano acá en Villa Adela? – lo dijo casi sin pensarlo. No había
pensado que problemas podría traer que yo me enterara de que tenía un hermano.
Esa información podría desencadenar una serie de conflictos familiares.
- No.
- Sí. Tenes un hermano.
¿Sabes cuál es?
- No.
- El hijo de la
María Alchourón.
- ¿Así?... – me quedé
pensando. Ya hacía unos meses que con esta señora nos encontramos en el
colectivo que nos transportaba desde Concordia hacia Villa Adela y había
intentado decirme algo, pero otra señora, compañera de asiento trataba de
desorientar la charla diciendo que no, que no era verdad, son todas habladurías
nomás – No sabía eso. ¿Y cuantos años más o menos tiene? – pregunté muy
curioso para poder establecer la época en que había nacido.
- Y debe tener tu edad más o
menos.
- Y bueno… Si es hermano me
gustaría conocerlo – en ese momento de rápidos pensamientos imaginé
la idea de que podría ser una posibilidad que el muchacho no supiera de quien
era hijo o que nunca se lo dijeron – Me gustaría conocerlo. Si él
sabe que es hijo de papá me gustaría que me contacte con él. – Le dije
previendo la posibilidad de que no supiera nada.
- Bueno. La madre siempre viene acá. Yo
le voy a preguntar. Eso es lo que yo sabía. Le voy a preguntar si es verdad o
no. – dice con dudas la mujer. Al principio fue una afirmación, ahora tenía
dudas.
- Bueno.
Después de semejante información, la
noticia me dio vueltas en la cabeza. Al día siguiente fui a ver a mi papá a su
casa. Pero primero me encontré con mi mamá en el almacén.
- Mami ¿vos sabías que papá
tuvo un hijo de soltero? – la interrogue de esa forma para que no recibiera una
información infundada y le creara un conflicto con mi padre.
- No.
- ¿Estás segura? ¿Vos no sabías
nada?
- No ¿Y con cual lo tuvo?
- Con la
María Alchourón de Villa Adela. Eso es lo que me contaron.
- Ahh! A lo mejor. Si esa mujer
era una de las que andaba con él.
- ¿Vos estás segura que no
tuvo un hijo de soltero?
- Que yo sepa no. Pero averíguame
eso. ¡Si este era flor de atorrante!
Mi mamá se quedó en el almacén y mi
padre estaba sentado en la cocina que estaba un poco más atrás. Me dirigí a ese
lugar. Mi mamá anduvo dando vueltas también por la cocina y después continuó
limpiando el almacén. Así que en el momento en que volvió al negocio lo
encaré a mi padre y le pregunté:
- Papi. ¿Vos tuviste un hijo
con María Alchourón de Villa Adela?
- No. – me dijo y
muy concentrado en lo que estaba pensando – Ese, es hijo de mi
hermano Pedro. Yo tuve un hijo con la Nicolasa Ramos.
- ¿Por qué? – dije
asombrado.
- Si, yo tuve un hijo con la
Nicolasa Ramos.
- ¿A Sí? ¿y vos lo ves? ¿Lo
conoces? ¿Temes contacto con él? ¿Lo ves seguido?
- Hace unos años vino a
buscarme para que vaya a trabajar al campo de él.
- ¿Así? ¿Vino aquí a casa?
- Si. Me vino a buscar.
Tiene campo, una cuatro por cuatro, es casado y tiene hijos. Ese está
bien –dijo sin un poquito de anestesia.
Sin ninguna anestesia. No se negó. No
me lo ocultó. El confidente de él siempre había sido mi hermano Miguel. Pero yo
jamás. Me lo había confesado.
Ahora a mí se me había agrandado la familia.
Ya no tengo un hermano nuevo, sino también un primo nuevo.
- ¿Hace mucho que no lo ves?
- Si, Hace mucho. Esa
fue la única vez que lo vi.
- ¿y no te gustaría verlo?
¿Sabes dónde vive?
- Me parece que vive por El
Redomón. Me gustaría verlo. – confeso con contundencia.
- ¿De
verdad queres verlo?
- Si. Trata de ubicarlo.
Quiero verlo.
- Bueno. Te prometo que
aunque tenga que dar vuelta el cielo y tierra lo voy a encontrar y te lo voy a
traer- y me iba de casa cuando mamá me encargó:
- Averíguame eso.
- Bueno voy a hacer lo
posible. Si se algo te cuento.
- ¿Te dijo si es hijo de él o no?
- No. Me dice que es hijo de Pedro
Liand. – Le aseguré mintiéndole. Por lo menos hasta tener datos que confirmen
esa notica.
Tenía tres problemas ahora. Ya no era
el familiar enfermo sólo, sino que ahora tenía que buscar a un medio hermano
del que yo no sabía de su existencia. Jamás se me había ocurrido pensar que
tenía un hijo extramatrimonial. Pero ahora tenía esa misión también. Y el
tercer problema era si le seguía diciendo la verdad a mi madre o no.
La mentira se había cruzado en mi
camino de una forma estropeante. 40 años ocultó que tenía un hijo con otra
mujer ¿Cómo hizo para que no se sepa? Esas mentiras por lo general la
fabulaban las mujeres según mi experiencia en este mundo, pero nunca un hombre.
Nunca había escuchado que un hombre mintiera tanto, para mí siempre las mujeres
eran las que tapaban ese tipo de cosas.
En la casa de mis padres siempre los
defectos eran de los demás, de los otros, pero nunca de la familia. Me
mostraban la familia perfecta. Así crecía yo. Y esto te hace vivir con cierta
soberbia. Error. Grave error. ¿Dónde estaba yo que nunca me di cuenta de lo que
pasaba en casa? Que nunca sospeché nada. ¿Dónde estaba yo que nunca nadie se
había acercado a contarme lo sucedido? ¿Dónde estaba yo que nunca escuché una
conversación sobre el tema? ¿Aunque sea algo mínimo? Estaría parado en la
soberbia con seguridad. No podía ver los defectos en los míos. En este momento
pensaba que mi mundo había sido mágico. Que viví una vida paralela fuera de la
mentira de mi padre. O que él había tenido una vida paralela. ¿Por qué mi mamá
nunca se dio cuenta del tema? Según ella, un día me dijo, que cuando se casó
con él muchos la visitaban para contarle versiones malintencionadas de las
aventuras del marido (de papá), por ese motivo un día dijo que no escuchó
a nadie ni a nada de lo que le dijeran, porque la trastornaban. Esta es una
buena explicación para entender porque ella nunca supo esa historia. Una
persona cuando se cierra a los comentarios de los demás vive ajena a lo que
puede pasar al lado de esa misma persona. Ojos que no ven, corazón que no siente.
La mentira siempre hace daño, sobre
todo si uno se quiere hacer cargo de lo que hizo el padre de uno ¿no? Yo sentía
eso, que tenía que reparar el daño que le hicieron a ese hijo. Pasé cerca de un
mes y medio con la ansiedad de saber que había pasado con ese chico.
Por las mañanas trabajaba en una Obra
Social estatal y las tardes me intrigaba, angustiaba y me daba mucha ansiedad
la vida de ese hermano.
Pensaba muchas horas en lo que habían
hecho con aquel chico. ¿Quién lo crió? ¿La madre sola tuvo que educarlo,
alimentarlo, vestirlo? ¿Mi padre no se había hecho cargo de él hijo que tenía?
¿El chico llevaba el apellido de mi padre? ¡Cuantas preguntas! ¿Continuaría
viviendo en Villa Adela? ¿O en qué lugar? ¿Qué habían hecho con aquel chico? Me
dolía el alma de solo pensar que había sido de la vida de este niño. ¿Por qué
me negaron la posibilidad de haber vivido una infancia juntos? Entonces pensaba
que la gente no podía vivir con tanta maldad en su interior. ¿Qué tienen en su
corazón? Si el chico había nacido cuando papá era soltero ¿Cuál era el problema
que nunca contó nada sobre él?
Así eran mis tardes entre mate y mate.
No podía concentrarme en lo que quería hacer en la computadora. Era duro para
mí.
Mis lágrimas diarias no me hacían
comprender porque estas personas mayores, mi padre y la madre de Luis, actuaban
de esa manera. Mejor dicho, porque actuaron de esa manera.
Todas las tardes pensaba y pensaba
decenas de posibilidades. Quería conocer a ese hermano, darle un abrazo,
tenderle la mano. ¿Tendrá necesidades? ¿Tendrá familia? ¿Dónde trabajará?
¿Estará bien? ¿Estará vivo? ¿Por qué me negaron el acto humano de conocerlo?
Aunque sea eso, conocerlo.
II
Búsqueda
de mi hermano
Empecé a contar a varios amigos lo que
estaba sucediendo en mi familia.
Muchos me escucharon con sorpresa.
Otros, me contaron sus historias relacionadas a búsquedas de hermanos como mi
caso. Algunos me hablaron de sus hijos extramatrimoniales que habían tenido.
Al fin de cuentas, me estaba dando
cuenta de que el caso de mi familia no era el único en el pueblo. Muchos
contaban la búsqueda de muchos años e un hermano.
De a poco me estaba convenciendo de que
las familias no eran tan puras como parecían. Sólo era lo que yo quería ver,
como era la forma de mirar a mi familia. Todo era un gran “relaje”. Este
“relaje” se refiere a que todo, o casi todo, era infidelidad, mentiras,
traiciones, ocultamientos, más mentiras. Hay historias insospechables.
A través de los relatos de esos amigos
que se animaban a hablar, sentía que estaba derrumbando el muro que había
levantado delante de mis ojos. Ahora estaba viendo un poco más allá de la
realidad del vecino, del barrio, del pueblo, de la realidad social.
También conté la historia a mis
compañeros de trabajo. Ahora sabían que yo tenía un hermano que no conocía y
todos estaban muy expectantes de lo que pasaba con la búsqueda.
Un mañana, una compañera de trabajo,
Norma, me dio la idea de llamar a otra compañera de trabajo que vivía en la
localidad de los Charrúas. Fue entonces cuando Norma se conectó con Marisa
y hablaron del tema. Y Marisa prometió a Norma investigar sobre quien era Luis
Ramos, mi hermano. Luego conversé con ella por teléfono:
-
¿Cómo me dijiste que se llama?
-
Luis Ramos. Viviría en el Redomón, que está muy cerca de donde vivís vos
Marisa. Como es chico el pueblo a lo mejor lo conocen. Viste que en pueblo
chico, infierno grande. Ja ja ja
-
Ja ja jaa… Eso es verdad. Cada “puterio” arman solos.
-
Si, te creo. La gente mirando, se engaña.
-
Si, si.
-
Bueno Marisa, si te enteras de algo te lo agradeceré mucho. Me avisas a
este teléfono o a mi celular.
-
Dale.
¿Vos tenes Facebook?
-
Si, si. Muy pocas veces lo abro. Pero lo miró, así agendo tu celular.
-
Te lo envío hoy mismo.
-
Pero vos sabes que ese nombre me suena. No sé si de la Municipalidad, o
de las arroceras. Acá los días lunes, la gente que trabaja en el campo, en las
arroceras, en las plantaciones, bajan a surtirse de mercadería para toda la
semana. Vienen las camionetas y cargan todo y se van de nuevo para afuera. Algo
te voy a averiguar.
-
Buenísimo.
-
Viste que acá la oficina de la Obra Social funciona en una oficina del
municipio, y viene mucha gente a hacer trámites, por ahí te lo ubico.
Mientras tanto, mientras pensaba como
iba a hacer para localizar al nuevo hijo de papá, yo continuaba con los asesoramientos
para cuidar al familiar enfermo.
III
Búsqueda de mi hermano 2
Uno de estos días de tanta
incertidumbre que me agobiaba, le envié un mensaje por celular a mi hermano Miguel
para saber si él conocía o sabía o solo era para informarle que teníamos un
hermano:
- Miguel ¿nunca nadie
te contó acá en Villa Adela que tenemos un hermano?
- No se - fue su
respuesta. Tanto asombro me provocó que me contestara de esa forma. Para mí fue
la confirmación de que también tenía ese dato. Él sabía algo. Tuve la sospecha
de que conocía la verdad porque él era el confidente más cercano de mi padre.
- Tengo ese dato. Pero no sé
si es verdad - le contesté.
- No te hagas problemas que
debe ser mentira - contestó.
Como me contestó “No sé” me
entraron las dudas. De algo está enterado. Conoce la verdad.
Me hubiera contestado de otra manera,
diciéndome un rotundo “NO” o un “Si”, pero nunca un “No
sé”. Supuse que sabía y que también lo había ocultado y que me lo estaba
ocultando.
Había estado pensando que ese muchacho
había pasado mal desde chico y que tenía que encontrarlo antes de que mi padre
falleciera. El estado de salud de mi papá era bastante delicado. También tenía
Parkinson. Pero se podía atender bastante solo. Comía solo. Se levantaba, se
acostaba, se bañaba sin necesidad de ayuda, aunque tenía dificultades para
andar, se caía en reiteradas oportunidades al piso y se golpeaba. Mi madre era
la que luchaba con él, ya que vivían los dos solos.
¿Un hermano nuevo? ¿Y un primo nuevo?
Me gustaría conocerlos. Pero ¿cómo debía proceder? Si bien yo conocía al
hermano de Nicolasa, la madre de mi nuevo medio hermano, y le
decían “Janino” Ramos y debía encontrar la forma de preguntarle por
ese hermano nuevo. Que sabía él. Yo a mi padre le había creído todo lo que me
dijo. No tuve dudas de lo que me dijo. Además yo le había ido a preguntar si
era verdad lo que me habían contado. No había lugar para las dudas. También
pensaba que al preguntarle sobre mi hermano a Janino podría estar
reavivando viejos problemas de familia superados o no. Mi consulta podría tener
el efecto re avivador de problemas familiares de larga data. Y eso me daba un
poco de miedo. Me daba temor. Puedo hacer que un problema viejo vuelva, o cobre
actualidad. Y tenía dudas sobre qué hacer.
IV
Contacto con el tío de mi hermano
Pero a pesar del tiempo transcurrido y
de oraciones que yo hacía diariamente, el milagro sucedió unos dos o tres meses
después.
Ese día glorioso fue un día que yo tomé
el colectivo en Villa Adela para ir a trabajar a la Obra Social que estaba
ubicada en Concordia.
Subí, pague el pasaje y me senté en el
último asiento y dos cuadras más adelante subió al mismo colectivo el
mismo Janino. Hay ocasiones que se dan sin uno esperarlo para nada.
¿Confluirán las energías del Universo? ¿O tal vez sean las energías de las
oraciones y los deseos más profundos que yo tenía?
Casualidad
o no, se sentó en el banco del colectivo al lado mío. Y en el colectivo había
más lugar para sentarse. Pero fue y se sentó al lado mío. ¿Era un milagro? ¿Era
una decisión de Janino? ¿Era el destino? Confiaba que era la gracia de la vida
que todo debería ser así. Algo me estaba ayudando a encontrar a Luis.
-
Hola Mario ¿Qué tal?
-
Bien y Ud. Janino ¿Cómo anda?
-
Bien. Me voy a trabajar. Agarré una changuita
en Concordia.
-
Qué
bueno.
-
¿Tu papá como está de salud?
-
Ahí está en Terapia ahora.
-
¿Está mal?
-
Si. Hace unos días que lo pusieron en Terapia
Intensiva porque se agravo su estado.
-
Qué barbaridad. Pobre Liand.
Yo pensaba como continuar la charla
para preguntarle sobre Luis.
Esta es mi oportunidad para preguntarle
si sabe dónde vive mi nuevo medio hermano – y estuve en dudas desde
Villa Adela hasta que llegamos a la rotonda de la ciudad de Concordia y decidí sin
titubeo preguntarle lo que quería saber.
- Ramos ¿Usted tiene una
hermana que se llama Nicolasa?
- Si. ¿Por qué?
- Porque yo estuve hablando
con papá y me dijo que tenía un hijo con una tal Nicolasa Ramos.
- Si. Tuvo un hijo. A ese
hijo tu papá nunca lo reconoció.
- ¿Así? ¿Y qué edad tiene?
- Cuarenta,.. – Mentalmente
sacaba la cuenta – Cuarenta y pico, pero no recuerdo bien. Le voy a
preguntar a mi mujer.
- Yo tengo 45 años. ¿Él es
mayor o menor?
- No, no sé. Le voy a
preguntar a mi mujer y te digo.
- ¿Y dónde vive?
- Me parece que está para el
lado de El Redomón. Pero Lita, mi mujer sabe bien. Si no sabe, ella se comunica
muy seguido con la otra hermana de Luis que vive en Chajarí. Por
medio de ella te puede averiguar si queres saber dónde vive.
- Bueno. Se lo voy agradecer
mucho. Mi papá me pidió que se lo busque porque lo quiere ver. Y me gustaría
encontrarlo. ¿Cómo me dijo que se llama?
- Luis.
- ¿Por qué apellido tiene?
- ¡Ramos! El apellido de mi
hermana.
- Así que se llama Luis
Ramos.
-
Si. Luis Alberto Ramos.
-
Ah. Luis Alberto. Que lindo nombre.
-
Si.
-
Me llama la atención que se llame Alberto.
-
¿Por qué?
-
Porque cuando se jugó el Mundial 78 había un jugador que se llamaba
Mario Alberto Kempes ¿lo recuerda?
-
Si. Como no lo voy a recordar. Actualmente juega en España.
-
Claro. Desde el 78 mucha gente que me conoce cree que me llamo igual que
él. Pero no. Mis padres me llamaron Mario Oscar.
-
Ah ¿Mario Oscar?
-
Si, sí. Y me llama la atención, le decía antes, que mi hermano se llame
Alberto.
-
Si. Suele pasar.
-
¿Por qué Luis vive en El Redomón? ¿Trabaja allá? – pregunté.
- No. Siempre vivió allá.
Desde chiquito.
- Pero su hermana Nicolasa
¿no vive acá en Villa Adela?
- Si. No. Ella vive en el
Barrio Las Tejas. Pero a Luis lo dio cuando él era chiquito.
- ¿Lo dio cuando era
chiquito?
- Sí. Lo dio a una familia
de El Redomón.
- ¿Y qué apellido tiene esa
familia?
- Esa familia
es… es… No recuerdo el apellido… Le voy a preguntar a mi mujer
que ella sabe todo.
- Bueno. Yo necesito saber
dónde está para ubicarlo. La dirección, algún teléfono, o algo.
- Bueno. Cuando tenga los
datos te aviso – me dijo y yo le creí.
Le creí que me brindaría los datos de
Luis Ramos, mi nuevo Hermano. Pero pasaron los meses y no tenía ni una
respuesta. Y yo esperaba. No quería ir a la casa a preguntar por esos datos que
me aseguro averiguarme. Si, él se había comprometido. Yo esperaba.
Por las tardes pensaba mucho en mi
hermano Luis. No tenía información si estaba bien, ni siquiera si tendría
familia. No había visto foto alguna.
Muchas veces estaba atento a los autos
o camionetas que pasaban por mi casa. Más de una vez, estuve esperando que
alguien me trajera alguna información. Alguien conocido o él mismo. Tenía la
ilusión de que llegara una camioneta en mi casa, golpeara las manos y al salir
yo, él me dijera “¿Vos sos Mario? Yo soy tu hermano Luis”.
¡Albricias! Estallaría de alegría,
tendría emociones difíciles de controlar, pensaba. Las esperas eran iguales
todos los días. Yo tenía las mismas angustias, las mismas ansiedades, las
mismas incertidumbres.
V
Contactando con Los Charrúas
Pasado unos días hablé personalmente
por teléfono con Marisa de Los Charrúas para preguntarle si había averiguado
algo. Hasta ahora no lo había hallado. Ella me decía que le sonaba el nombre, y
no se daba cuenta quien era.
- Bueno Marisa. Mucha
Gracias. Pero creo que ya no tenes que averiguar nada, porque estuve hablando
con el tío de Luis, de nombre Janino de Villa Adela y me va a
averiguar donde vive.
- Bueno Mario. Como quieras.
Cualquier cosa me avisas y lo buscamos y llámame para ver cómo va la búsqueda
que me re interesa esto.
-
Igual muchas gracias por todos tus intentos.
VI
El padre de Luis Alberto enfermo
Hacia cerca de 6 años que había
comenzado a notársele el Mal de Parkinson a mi padre. Estaba un poco complicado
con su salud.
En junio del 2005 lo trasladamos en la
ambulancia de la mutual que él tenía, a la localidad de Crespo (Entre Ríos),
para hacer un chequeo médico y para ver porque estaba tan decaído.
Fuimos muy temprano, papá viajó sentado
en el asiento del acompañante de la caja de la ambulancia. Transitamos por la
ruta que une Concordia y Paraná.
Llegamos a Crespo a las 8 u 9 de la
mañana y la atención del médico Neurólogo fue muy rápida. Habíamos viajado con
turno solicitado con anticipación. El médico dio una buena explicación de su
estado de salud. Algunas de ellas ya estaban en nuestro conocimiento.
Nos dijo que el Parkinson es
progresivo, que mi padre tiene buenos reflejos, que está bien medicado, y que
era lógico que estuviera así.
Fue un viaje casi inútil. No le prescribieron ningún
estudio, ni análisis. Nos volvimos casi como fuimos. Sin novedad. Pero con la
noción de que estaba todo bien.
Su salud estaba un poco deteriorada, se
notaba. De regreso papá había cambiado el ánimo y viajaba más contento. La
enfermedad era así, un rato estaba casi dormitándose y al rato estaba más alegre.
Mi hermano Miguel trabajaba ese día en
una empresa que construye caminos y mamá quería que lo traslademos a Crespo
porque ella lo veía mal, por eso me encargue de acompañarlo en el viaje.
Ahora teníamos que acostumbrarnos a que
el Mal de Parkinson seguiría avanzando.
Además teníamos la experiencia conocida
por mucha gente y que los medios se encargaban de difundir muy a menudo sobre el
estado de salud del Papa Juan Pablo Segundo quien padeció esa enfermedad y no pudieron
hacer nada para prolongar su vida. Al menos eso se hizo creer al mundo tras su
larga agonía y muerte.
Papá tenía esa enfermedad y nunca se
supo bien como se la consiguió. Una primera visita al médico en Villa
Libertador General San Martín o Sanatorio de Puigari, el profesional
médico le dijo a mi hermano Miguel que era como consecuencia de haber comido
tanto y tomado tanta bebida alcohólica en su vida. Al tiempo otro médico le
dijo que podía ser que se haya intoxicado con herbicidas y plaguicidas que
manejaba en una quinta donde trabajaba mi padre años anteriores. Él no era muy
cuidadoso con la higiene de las manos, podía estar acertado el diagnostico.
Papá nunca fue telégrafo, fue músico. Eso sí, músico y con historias.
Cada vez avanzaba más el Parkinson de
papá.
Durante los últimos días de febrero de
2007 lo llevé a un médico de Concordia y me dijo que había que operarlo de un
absceso que tenía en un glúteo producto de alguna inyección mal colocada.
Entonces dijo que lo operaría el 3 de marzo en un Sanatorio Privado de la
ciudad. Ese día le limpiaron el absceso y quedó unos 2 días internado.
Cuando la intervención quirúrgica fue
terminada llamé por teléfono celular a casa de mis padres para avisarle a mamá
que todo había salido bien, pero nadie contestaba mi llamado. Intenté dos
veces más y sin resultados. Me preocupé un poco y le dije a mi hermano:
- Me voy a casa de mamá
porque no contesta el teléfono. Voy a ver qué pasa y le aviso que papá salió
bien de la operación.
VII
En casa
un mes de locos
Cuando llegó a la casa, estaban todas
las puertas cerradas, y por una hendija de la puerta del garaje comencé a
llamarla varias veces hasta que escuché una voz que parecía gritar. Entonces me
di cuenta de que habría sufrido algún ataque o que no se podía levantar de la
cama, porque ella tenía una enfermedad conocida como erisipela en una de las
piernas. También diabetes, presión alta, colesterol, y algunas cosas más.
Me preocupé mucho y no sabía cómo abrir
la puerta para entrar a la casa.
Pensé rápido y fui a buscar a una
vecina que la conocía de muchos años, de nombre Chana, y le dije que mi mamá
estaba dentro de la casa y que gritaba y que me ayude a abrir la puerta.
Cuando intenté forcejear la puerta,
esta se abrió un poquito y logré meter la mano dentro y agarrar una tranca de
madera que apuntalaba la puerta desde adentro y logré abrirla. Entramos
con Chana y nos dirigimos a la habitación de ella, enciendo la luz y
mamá estaba tirada en el piso y no se podía levantar sola, debido a que se
había descompensado y también, según nos dijo, al gran dolor que tenía en la
pierna. Con la ayuda de Chana la levantamos del piso y logro pararse
y explicarnos lo que había pasado.
- Cuando sonó el teléfono,
me levante para atender y me dio como un mareo y me caí, eso fue lo que pasó –
Nos relató entre lágrimas.
- Pero si estás tan mal
porque no vas al médico. Yo te llevo a un centro asistencial para que te vean.
- No. Que voy a ir. Si papá
está internado, voy a esperar a ver si se me pasa.
- Como vos quieras.
Si queres vamos ahora al médico para que te atienda un médico. Si
vos queres.
- No. ¿Quién va a atender el
almacén? – respondió con cierta negatividad. Caprichosa lo era, siempre que
podía.
- Bueno. Como vos quieras.
Si no queres, no queres.
A los tres días papá tuvo el alta, volvió
a casa y lo tuvimos que atender en casa.
Mamá, por supuesto, decidió y aceptó
que la traslademos al sanatorio y quedó internada por cuatro o cinco días.
Luego le dieron el alta a mamá en el
sanatorio y papá volvió a ser llevado al sanatorio porque se había descompuesto.
Y fue cuando quedó en Terapia Intensiva. Mientras papá estaba en terapia
tuvimos que internar a mamá nuevamente. Estaban los dos internados.
Marzo de 2007 fue un mes de locos en mi
familia.
Mientras ocurría todo esto, mamá nos
exigió que atendiéramos el almacén que tenía en su casa. Yo manifesté que no
podía faltar tanto a mi trabajo y mi hermano tenía su familia.
Nunca comprendió nuestros motivos. Así
que, tuvimos que hacer esfuerzos para turnarnos y atenderle el negocio.
V
Intentando obtener datos de Louis Alberto
A manera de repaso. Luego de los
primeros tres días que papá estuvo internado, volvió a casa pero al domingo
siguiente volvió al sanatorio y quedó nuevamente internado pero en terapia, por
una neumonía.
Durante estos días de terapia, mi
hermano Miguel concurría al Sanatorio a las 19 horas para escuchar el parte médico
y yo lo hacía a las 11 y 30 de la mañana.
Una de esas tardes estaba saliendo de
mi casa de Villa Adela para tomar el colectivo en la ruta, distante
unas tres cuadras y media. En el camino me encontré con la hija de Janino,
aquel que le había pedido información acerca de Luis Alberto y nunca me la
había dado. La saludo a la chica y cuando paso un poquito la hable:
- Lía. Vos sabes que
papá empeora y tu papá no me ha dado los datos de mi hermano para
localizarlo. El me prometió que me los conseguiría pero hace varios meses y no
ha pasado nada todavía. El tema es que papá ahora está en terapia y no sé qué
hacer para ir a buscarlo, saber dónde lo puedo localizar.
- Mira, no sé nada. Habla
con él.
- Sí, pero él sabe que papá está
mal y no me da ningún dato de Luis.
- Habla con él. Él está en casa.
- Bueno. Está bien. Déjalo
nomás.
Lía se dio vueltas como para seguir
caminando y de repente noté un gesto decidido y volvió hacia mí:
- Mira, yo voy a hablar con
mamá y que te de los datos. Papá no quiere dártelos... no sé por qué...
- Bueno Lía, te voy a agradecer
un montón.
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